¿Marcaría Fintech en África el comienzo de una nueva era?
El último informe de McKinsey & Company, titulado Fintech in Africa: The end of the Beginning, confirma los cambios que se están produciendo en el sector financiero africano. Las inversiones en Fintech africanas están explotando. El continente todavía va a la zaga de otras regiones en cuanto a la cantidad de unicornios que genera en relación con el nivel de financiación proporcionado.
Los consultores de la firma partieron de la primera observación de que “si el efectivo sigue siendo el rey en África, con solo el 10% de las transacciones realizadas a través de medios de pago digitales, el crecimiento sin precedentes que está experimentando Fintech actualmente no solo está trastornando los hábitos bancarios de los ciudadanos, sino también y más ampliamente su vida cotidiana, en todo el continente”.
Es un hecho: los jugadores de Fintech brindan un valor agregado nuevo y sustancial a sus clientes. Más allá de eso, sus ofertas con las que ofrecen los bancos tradicionales son mucho más atractivas. Esta es la esencia misma de las empresas posicionadas en Fintech. Sus soluciones de pago pueden ser hasta un 80% más baratas, los intereses generados por sus productos de ahorro hasta tres veces más altos y los costos de las remesas hasta seis veces más bajos.
“Este informe muestra muchas posibilidades”, dice Francois Jurd de Girancourt, director asociado de la oficina de McKinsey en Casablanca. “African Fintech es abundante y las inversiones fluyen: la cantidad promedio de transacciones realizadas está aumentando considerablemente, lo que se traduce en empleos y crecimiento para las economías de la región. Y la historia no ha hecho más que empezar. A medida que Fintech madura, los servicios financieros han llegado a un punto de inflexión, y muchos países africanos se beneficiarían de capitalizar el impulso de los últimos años para desbloquear todo el potencial del sector”.
El volumen del mercado africano de servicios financieros, que incluye Fintech y el sector bancario tradicional, habla por sí mismo. Hubiera sido de $153 mil millones en 2020. Se habría visto impulsado principalmente, además, por los segmentos de seguros, banca minorista, así como préstamos a pymes, que en conjunto totalizaron cerca del 60% de los ingresos de toda la industria.
Los autores del informe de McKinsey esperan que este mercado crezca un 10 % anual hasta alcanzar aproximadamente los 230 000 millones de dólares en 2025. Llevando más lejos el análisis, estiman que “las oportunidades generadas por el crecimiento del sector se concentrarán en 11 mercados clave: Camerún , Costa de Marfil, Egipto, Ghana, Kenia, Marruecos, Nigeria, Senegal, Sudáfrica, Tanzania y Uganda, que representan el 70% del PIB de África y la mitad de su población”.
Con un sistema bancario muy maduro, es Sudáfrica la que se lleva la parte del león, con una cuota de mercado del 40%. Los consultores de McKinsey consideran, no obstante, que “durante los próximos tres años, los países y regiones que experimentarán un crecimiento más sostenido serán Ghana (15 %) y África occidental francófona (15 %), excluyendo blockchain y criptomonedas”.
El hecho es que, si bien las inversiones en fintechs africanas se están disparando, el continente todavía está rezagado con respecto a otras regiones en términos de la cantidad de unicornios (nuevas empresas tecnológicas creadas hace menos de diez años y valuadas en al menos mil millones de dólares antes).
A modo de comparación, Asia (excluida China) produjo 138 unicornios, mientras que África produjo solo 10 (incluidas las Fintech integradas con operadores de telecomunicaciones).
En cuanto a la medición del número de unicornios en relación con la población, el estudio de McKinsey muestra que “Brasil ocupa el primer lugar en el ranking, con 84 unicornios por mil millones de habitantes. América Latina, excluyendo Brasil, generó 54 unicornios por billón de habitantes, y el sudeste asiático 49 por mil millones de personas. Si África se está quedando atrás con solo 8 unicornios por mil millones de habitantes, el continente se está poniendo al día con América Latina y el sudeste asiático”.
El benchmarking está hecho. La regulación también influye mucho en el desarrollo del crecimiento Fintech en el continente. Y es en este sentido que muchas autoridades reguladoras africanas ya han tomado medidas para estandarizar los estándares del mercado a fin de construir un ecosistema propicio para la innovación.
Según François Jurd de Girancourt, “varios países han adoptado pautas detalladas de licencia de funcionamiento y protección de datos en los últimos tres años. El despliegue de tales medidas tiene como objetivo aclarar la situación de los nuevos participantes, contrarrestar el riesgo potencial relacionado con futuras regulaciones y establecer ‘sandboxes regulatorios’ para estimular la innovación en el sector”.
De acuerdo con los resultados obtenidos del estudio, el representante de la firma en Casablanca detallará: “Por ejemplo, Marruecos, Nigeria, Ghana y Uganda han desarrollado programas destinados a estimular la inclusión financiera y reducir el número de transacciones en efectivo. Otros países también están tomando medidas para impulsar la adopción digital a través de ofertas y productos innovadores. En Sudáfrica, la Bolsa de Valores de Johannesburgo (JSE) emite bonos utilizando tecnología blockchain, mientras que Ghana y Nigeria están implementando proyectos de moneda digital del banco central”.
El informe muestra además que “de los 11 mercados de oportunidades identificados, quedan muchas áreas sin explorar y otras tantas oportunidades”. Sin embargo, conquistar este mercado no será fácil. El informe apunta a un entorno de financiación ajustado, mercados fragmentados y escasez de talento.
En definitiva, los retos a afrontar son enormes en un sector que, en definitiva, aún es joven. “Sin embargo, las perspectivas para las Fintech africanas nunca han sido tan buenas, gracias en particular al impulso establecido durante varios años”, atestiguan los autores del informe McKinsey.
Las medidas de apoyo y los incentivos adecuados deberían permitir la entrada de una ola de unicornios africanos.