Después de que en febrero pasado solicitara la protección por bancarrota del Capítulo 11 en Estados Unidos, Avaya fue autorizada para realizar acciones que le permitan reducir la deuda y aumentar su posición de liquidez.
La empresa especializada en comunicaciones unificadas enfrentó problemas de contabilidad de la suscripción a la nube en 2022, los cuales la llevaron a pérdidas sustanciales de objetivos de ganancias e ingresos.
Al declararse en bancarrota, anunció un plan para recortar 2.600 millones de dólares de deuda de su balance, y que había llegado a un acuerdo con sus acreedores.
Recientemente, un tribunal federal de Texas autorizó que comience su plan de reestructuración preestablecido de manera acelerada. Este contempla reducir la deuda total de Avaya en más del 75% y aumentar su posición de liquidez a más de $ 650 millones de dólares.
Avaya dijo en su presentación que “los ingresos por compras basadas en capex (licencia y soporte de software y hardware) han seguido disminuyendo en los últimos años, en consonancia con las tendencias del sector y la preferencia de los clientes por cambiar a soluciones basadas en la nube.”
La situación empeoró para Avaya cuando su negocio de suscripciones comenzó a ralentizarse durante el año fiscal 2022.
La compañía logró recaudar 600 millones de dólares en financiación en julio, pero incluso con esa financiación, fue incapaz de darle la vuelta a la situación.
La quiebra de Avaya pone de relieve los desafíos a los que se enfrentan las empresas tradicionales de hardware a medida que se mueven hacia la venta de productos basados en software como servicio.
Es un proceso lento que implica un rediseño radical de las ofertas básicas y el modelo de negocio de la empresa, y claramente no siempre funciona según lo planeado.