Call center operado por rastreadores militares
Una sala con mesas separadas por más de dos metros y las ventanas abiertas para que esté bien ventilada. Diez militares de la UME (Unidad Militar de Emergencias), teléfono en mano, haciendo preguntas y sin parar de teclear datos en el ordenador, por turnos, de lunes a domingo, de 9 de la mañana a 9 de la noche.
“Éste es el call center donde iniciamos todas las llamadas, al principio a casos confirmados o casos sopechosos de los cuales nosotros vamos a sacar todos los posibles contactos estrechos que tenga esta persona para a su vez llamarles e informarles de que se tienen que quedar en casa, si tienen algún síntoma, y finalizar esa cadena de contagios que pueda originar ese primer caso”, cuenta el teniente enfermero Eloy Conde.
Otro de los rastreadores, el soldado Luís Verde explica que les van “asignando casos, vamos llamando a esos casos positivos, les preguntamos por su estado de salud, si tienen alguna enfermedad previa que les pueda hacer vulnerables, les preguntamos por los contactos que han tenido desde el momento en el que podían ser contagiosos (…) No suelen poner problemas, la gente acoge bien las llamadas, se tranquilizan, algunos están nerviosos, pero agradecen nuestras llamadas porque les tranquiliza que se les haga un seguimiento, que se les vaya preguntando qué tal están, su evolución”.
En el call center de la base aérea de Torrejón de Ardoz escuchamos a los rastreadores de la UME preguntar a los positivos cuándo les ingresaron en el hospital, si les han dado el alta, con qué personas se relacionaron en los días previos a ser diagnosticados, si han tenido algún contacto fuera del ámbito familiar, o si tienen descargada la app Radar Covid, aclarando que hacerlo es voluntario. También se interesan por su estado de salud, si tienen fiebre, y les animan con un “maravilloso que por lo menos no haya síntomas”.
La capitán enfermera Laura Osuna lleva realizando rastreos desde marzo, cuando empezó a hacerlos entre sus compañeros de la UME. Señala que ahora están dando “formación continuada a los rastreadores que llevan a cabo labores de apoyo a las comunidades autónomas”. Y admite que en el rastreo “es laborioso ir identificando uno a uno, que no se te escape nadie, cada contacto con el que hablas abre un abanico de más gente, y al final vas haciendo un árbol enorme de gente que ha podido haber estado en contacto, y luego tienes que ir filtrando”.
Son 13 las comunidades autónomas que han solicitado -hasta ahora- la colaboración de rastreadores de las Fuerzas Armadas. También lo han hecho las ciudades autónomas, Ceuta y Melilla.