La idea de crear un call center en un centro pnitenciario de mujeres se le ocurrió a Jorge Humberto Díaz, un empresario que, por cosas de la vida, tenía a su madre viviendo al frente de la cárcel de Sevilla, Valle, en la localidad colombiana de Armenia. Allí pudo ver la complejidad de la situación y cómo las mujeres reclusas intentaban salir de la precariedad.
Los esposos de las presas salían todos con una artesanía hechas por ellas. Con eso querían sostener a sus hijos, ganarse la vida afuera del penal. Jorge Humberto Díaz, junto con un compañero suyo de la Universidad del Quindío, fundaron Second Talent SAS BIC el primer call center que funciona al interior de un centro penitenciario.
Diez años después de la iniciativa concretaron a compañías de software que buscaban la comercialización de productos digitales, las mujeres privadas de la libertad que trabajan en la iniciativa siguen con un proceso de formación para fortalecer sus habilidades en el servicio de call center.
Esperan con el tiempo poder replicar este modelo de call center a nivel nacional.