El Edge Computing transforma la computación en la nube en una arquitectura de nube distribuida. Así, cualquier clase de interrupción afecta a un solo punto de la red en vez de a toda la infraestructura.
Un ataque de denegación de servicio distribuido (DDoS) o un fallo de suministro prolongado, por ejemplo, afectaría únicamente al dispositivo de Edge Computing, y a las aplicaciones locales que éste aloja, y no a todas las aplicaciones en ejecución en un Data Center de nube centralizada.
El Edge Computing puede adoptar muchas formas, generalmente se organiza en una de las tres siguientes categorías:
- Dispositivos locales que sirven para un propósito específico, como un dispositivo que ejecuta el sistema de seguridad de un edificio o una puerta de enlace de almacenamiento en la nube, que integran un servicio de almacenamiento en línea con sistemas basados en las instalaciones, lo que facilita la transferencia de datos entre ellos
- Centros de datos pequeños y localizados (de 1 a 10 racks) que ofrecen capacidades significativas de procesamiento y almacenamiento.
- Centros de datos regionales con más de 10 racks que prestan servicios a poblaciones de usuarios locales relativamente numerosas.
Es fundamental que las empresas construyan centros de datos periféricos con la misma atención a la confiabilidad y la seguridad con que lo harían para un centro de datos centralizado y grande.
Los microcentros de datos ayudan a instalar y administrar la informática y las redes periféricas de manera simple, confiable y predecible mediante la combinación de energía, refrigeración, seguridad física y administración de software y servicios en soluciones de racks preestablecidas que se pueden implementar de manera global en cualquier entorno.
Las empresas que han migrado a la computación en nube deslocalizada pueden beneficiarse de la mayor redundancia y disponibilidad del Edge Computing. Las aplicaciones de negocio críticas o aquellas necesarias para las funciones básicas del negocio pueden duplicarse in situ.