Una organización que estaba ligada a un cartel mexicano tenía dos sitios en el condado de Orange donde funcionaban dos call centers desde los cuales recibían órdenes de consumidores de droga (heroína) y las entregaban con la ayuda de al menos siete personas, según una acusación federal.
Agentes del Buró Federal de Investigaciones (FBI) arrestaron a 12 personas acusadas de ser parte de una red criminal que distribuyó más de dos millones de dólares en heroína mexicana, con la ayuda de lo que describen como “dos centros de llamadas” que operaban en el sur de California.
Desde estos sitios, ubicados en el condado de Orange, los traficantes coordinaron múltiples entregas de la droga en toda la región desde marzo de 2017. Casi a diario, afirma la acusación, dos mujeres que fungían como telefonistas tomaban las órdenes de los clientes y les pedían a por lo menos siete repartidores que llevaran los pedidos y cobraban.
La droga que vendían la compraban directamente a un operador de un cartel mexicano que no se menciona en el caso. A veces recibían la mercancía en México, la cruzaban por la frontera usando distintos métodos (incluyendo meterla en las cavidades de los transportistas) y la llevaban al condado de Orange, detallan documentos judiciales.
El FBI les siguió la pista durante cinco años en una operación que llamaron ‘Horse Caller’. Sus agentes registraron varias actividades de esta red delictiva, como un pago semanal de 1,500 dólares que recibía uno de los traficantes que manejaba uno de los call centers y cuando un policía detuvo a uno de los sospechosos y este, apenas vio las luces de la patrulla que le marcaron el alto, le quitó la tarjeta SIM a su celular y se la tragó para destruir la evidencia. Esa parada, sin embargo, concluyó con un decomiso de droga.
También los espiaron usando a un agente encubierto que les compraba droga y que en la acusación es identificado como ‘Julie’. Era un “cliente” frecuente que solo hacía transacciones pequeñas, una vez de 150 dólares. La primera ocasión que le vendieron heroína uno de los líderes tuvo que aprobar que ‘Julie’ era un adicto de confianza.
Los agentes federales fueron descifrando varias comunicaciones en código que los detenidos realizaron refiriéndose, por ejemplo, a un ingreso de 1,600 dólares y hasta una discusión por el despido de uno de los encargados del call center quien le advirtió a otro: “si yo caigo, todos van a caer”.