El debate sobre el reemplazo de trabajadores por la emergencia de tecnologías no es nada nuevo, y esto se refleja en la discusión sobre los escritores y la Inteligencia Artificial.
Muchos escritores temen que, al automatizar todas las tareas, los dueños de negocios terminen reemplazando escritores por plataformas de IA generativa. Esto implicaría una destrucción masiva de empleos. En consecuencia, muchos escritores organizados piden que se regule esta tecnología en todas las empresas para proteger los empleos.
Debido a las preocupaciones éticas de los escritores y expertos en tecnología con la Inteligencia Artificial, han surgido varios detectores de contenido Inteligencia Artificial. Esto, con el propósito de identificar a los escritores que plagian directamente a la IA.
Se trata de detectores que, si bien son altamente eficientes, no están exentos de sesgos.
Por ejemplo, algunos investigadores han sometido a prueba los detectores de contenido hechos por Inteligencia Artificial, identificando que tienden a etiquetar la escritura de personas nativas de un idioma como «original». En cambio, quien escribe como «no nativo» de una lengua es identificado como «IA» y muchas veces penalizado.
Esto marca una clara jerarquía entre escritores nativos y no nativos, que no tiene razón de ser en ningún idioma y que afecta a los escritores.
De ahí que los proveedores de estos sistemas de detección de Inteligencia Artificial trabajen constantemente en la identificación de «falsos positivos» para no permitir injusticias contra escritores no nativos.
Todavía es incipiente el desarrollo de la IA como para aventurarse a establecer definiciones concretas en cuanto al futuro de las profesiones o los escritores, lo cierto es que existe una tendencia importante de estos sectores que apunta a la necesidad de regulación.