Konecta se plantea crecer en los negocios virtuales con sus propios productos digitales, de acuerdo con lo señalado por su director Comercial y Transformación Digital, Lautaro Pelizza.
El desarrollo de software que hizo para dar soporte a sus propias operaciones se terminó convirtiendo en un producto, Epiron, que vende en el exterior, del cual ya logró mil renovaciones de licencias.
A esto sumó Eureka, una plataforma de capacitación virtual que funciona totalmente en la nube, con la cual capacita a sus empleados y que está sumando a los servicios que comercializa.
El próximo paso es avanzar sobre las cobranzas, con productos digitales que faciliten el pago, sobre todo en mercados donde ya tiene presencia como los servicios financieros y los bancos.
En palabras de Lautaro Pelliza: “La cobranza es una actividad que en Argentina todavía no se digitalizó y es un sector muy dinámico”.
Además de fortalecer su actual equipo de Cobranza, con la incorporación de entre 60 y 70 personas, está desarrollando productos que permitan adaptar los servicios de cobranza a cada cliente, con la aplicación de tecnología.
La empresa nació a principios de este siglo en Córdoba, con el nombre de ActionLine. Posteriormente se convirtió en Allus, etapa en la cual protagonizó una fuerte expansión en el país y en Perú y Colombia. En 2016 fue adquirido por el holding español Konecta.
Por otro lado, Konecta Argentina firmó el convenio ONU Mujeres, con el que Naciones Unidas fomenta la igualdad de género, para avanzar en ejes como diversidad, inclusión, empleabilidad y compliance (cumplimiento de las normas).
El plan es que el 5% de los nuevos empleados sean de colectivos vulnerables, como personas con discapacidad, trans, mujeres jóvenes, jefas de hogar, víctimas de la violencia de género, mayores de 45 años e inmigrantes, entre otros.
El convenio ONU Mujeres se materializó a través de una carta compromiso que suscribió Morero, cuyo plan de acción tiene el aval de la ONU, a través del programa Women Empowerment Principles (WEPs), implementado por ONU Mujeres, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y, como ente financiador para América Latina, la Unión Europea (UE).