La exploración del espacio exterior ha sido históricamente un campo de competencia entre las grandes potencias mundiales. Sin embargo, en el siglo XXI, el escenario ha cambiado. Ahora, no solo se trata de un enfrentamiento entre China y EEUU, sino también de la irrupción de empresas privadas que buscan hacer negocio en el espacio. ¿Qué implicaciones tiene este fenómeno para el futuro de la humanidad?
La economía espacial, un sector en auge
El espacio exterior es un recurso limitado y valioso, que ofrece múltiples oportunidades para el desarrollo científico, tecnológico y económico. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), la economía espacial es “el conjunto total de actividades y el uso de recursos que crean valor y beneficios para el ser humano en el desarrollo de la exploración, investigación, comprensión, gestión y uso del espacio”.
Según la ONG Space Foundation, el volumen de esta economía se situaba ya en 2021 cerca de los 470.000 millones de dólares, casi una tercera parte del PIB español en el mismo año. Según la Agencia Espacial Europea (ESA), la industria espacial se convertirá en el próximo sector “billonario” en 2040. Según la agencia, el crecimiento de este sector también servirá de motor para el crecimiento de otros relacionados, como la energía, la comunicación, la seguridad o el transporte.
La privatización del espacio, un cambio de paradigma
Durante la Guerra Fría, la carrera espacial fue uno de los ejes de rivalidad tecnológica y cultural entre la URSS y Estados Unidos. Ambos países se esforzaron en explorar el espacio exterior con satélites artificiales, enviar animales y humanos al espacio exterior y llegar a la superficie lunar. Los logros espaciales servían de propaganda política y de demostración de poderío militar.
Sin embargo, en las últimas décadas, el protagonismo de los Estados ha ido cediendo terreno a las empresas privadas, que han visto en el espacio un nicho de mercado con gran potencial. Empresas como SpaceX, United Launch Alliance (ULA), o Blue Origin fabrican cohetes y otros vehículos espaciales con los que prestan servicios a otras empresas y a agencias espaciales como la NASA, que por ejemplo ya no es la encargada de enviar sus astronautas a la Estación Espacial Internacional (ISS)4.
Además, estas empresas tienen ambiciosos proyectos de exploración y colonización de otros cuerpos celestes, como la Luna o Marte. Por ejemplo, SpaceX, la empresa fundada por el multimillonario Elon Musk, tiene como objetivo establecer una base permanente en Marte en la década de 20305. Por su parte, Blue Origin, la empresa del fundador de Amazon, Jeff Bezos, quiere construir una infraestructura espacial que permita a millones de personas vivir y trabajar en el espacio6.
Los retos y riesgos de la nueva carrera espacial
La privatización del espacio plantea una serie de desafíos y riesgos para el futuro de la humanidad. Por un lado, se abre la posibilidad de democratizar el acceso al espacio y de impulsar la innovación y el desarrollo en beneficio de todos. Por otro lado, se corre el peligro de que el espacio se convierta en un escenario de conflictos y de desigualdades, donde prevalezcan los intereses económicos de unos pocos sobre el bien común.
Algunas de las cuestiones que se plantean son las siguientes:
¿Qué normas y principios deben regir el uso y la explotación del espacio exterior? ¿Qué organismos y mecanismos deben garantizar su cumplimiento y su supervisión?
¿Qué derechos y responsabilidades tienen los actores privados que operan en el espacio? ¿Qué medidas se deben tomar para evitar la contaminación, la degradación y la militarización del espacio?
¿Qué beneficios y riesgos tiene la exploración y la colonización de otros cuerpos celestes? ¿Qué implicaciones tiene para la preservación de la vida y la diversidad en la Tierra y en el espacio?
¿Qué oportunidades y desafíos tiene la cooperación internacional en el ámbito espacial? ¿Qué papel deben jugar las potencias emergentes como China o India en la nueva carrera espacial?
Estas y otras preguntas son las que se deben responder para asegurar que la nueva carrera espacial sea una oportunidad para el progreso y la paz de la humanidad, y no una amenaza para su supervivencia y su dignidad.
El espacio, un bien común de la humanidad
El espacio exterior es un patrimonio común de la humanidad, que debe ser utilizado con fines pacíficos y para el beneficio de todos. La nueva carrera espacial, impulsada por la privatización del espacio, plantea una serie de retos y riesgos que requieren una reflexión ética y una regulación jurídica adecuadas. Solo así se podrá garantizar que el espacio sea un escenario de cooperación y de desarrollo sostenible, y no de conflicto y de explotación.
Esperamos que este artículo te haya resultado interesante y que te haya hecho pensar sobre el futuro del espacio y de la humanidad. Si quieres seguir leyendo sobre temas de actualidad, tecnología y ciencia, te invitamos a visitar nuestro portal de noticias, donde encontrarás más contenidos de calidad. Gracias por tu atención y hasta pronto.