Salarios míseros y discriminación contra las mujeres en los ‘call center’ de Colombia
Un informe de UNI Global Union denuncia los abusos laborales, la precariedad, las amenazas, las violaciones de la intimidad, los bajos salarios y y las malas prácticas que sufren los trabajadores que desde Colombia prestan servicios de atención telefónica a los clientes españoles de grandes empresas de telecomunicaciones y energía, algunas muy reconocibles.
La asociación internacional UNI Global Union, compuesta por más de 900 sindicatos y que representa a más de 20 millones de trabajadores en todo el mundo, ha publicado hoy un informe demoledor sobre las malas condiciones de trabajo en los centros de atención telefónica o también llamados call center que dan servicios de atención telefónica a clientes desde Colombia a para grandes multinacionales españolas.
Bajo el nombre de “Externalización e injusticia”, el informe retrata la precariedad y los abusos laborales a los que están sometidos los trabajadores de estos call center que sobre todo prestan servicio a clientes de España de grandes empresas de telecomunicaciones y de energía.
“La compañía deduce unas seis horas semanales del tiempo de trabajo registrado por los empleados por descansos para ir a beber agua o ir al baño”
Como se afirma en el propio informe, “cada día los consumidores españolas hacen uso de servicios deslocalizados de atención donde dirigen sus preguntas, quejas, o solicitudes. La conducta cortés y profesional de las y los trabajadores de los call center oculta la inquietante verdad sobre las violaciones de los derechos humanos y laborales que sufren al trabajar para empresas que prestan servicios a marcas de renombre en España”.
La investigación de UNI Global Union se centra en Teleperformance, operadora francesa que en la actualidad es la empresa de contact center más grande del mundo con 18.000 empleados en Colombia y 280.000 en todo el mundo. Teleperformance entró en el mercado colombiano en 2009 cuando compró la empresa Teledatos. En concreto, en el informe se denuncia “la discriminación contra las mujeres, las invasiones extremas de la privacidad de los trabajadores, las limitaciones impuestas sobre el uso del baño, las violaciones del derecho de los trabajadores a participar en sindicatos“, además los bajos salarios que perciben los trabajadores colombianos de este sector.
La mayoría de los que trabajan en los call center colombianos no perciben ni tan siquiera el salario mínimo –en Colombia es de 224 € al mes– y lo que cobran apenas cubren entre el 60% y el 70% de sus necesidades básicas: alquiler, transporte, comida o ropa. Además, afirma UNI Global Union, “los empleados de Teleperformance descubren que, con frecuencia, incluso ganan menos de lo que esperan. Por lo general, la compañía deduce unas seis horas semanales del tiempo de trabajo registrado por los empleados por descansos para ir a beber agua o ir al baño, averías del sistema y cortes de electricidad sobre los que tienen poco o ningún control. Los periodos de formación, aunque obligatorios, tampoco son remunerados”.
“No tenemos
derecho a enfermarnos o a ir a una reunión en las escuelas de nuestros hijos porque afecta a nuestros ingresos”, testimonia un trabajador.
Por si eso no fuera suficiente, la empresa también descuenta del salario las bajas por enfermedad o los permisos para cuidar de los hijos enfermos. “Para aquellas
personas que apenas llegan a fin de mes, uno o dos días de enfermedad sin paga, o el pago retrasado de semanas o meses como resultado de la negligencia de la empresa, puede ser catastrófico”, concluye el informe.
UNI Global Union denuncia también la discriminación que sufren las trabajadoras. El informe cita casos de empleadas de Teleperformance a las que se sometió a análisis de sangre y orina obligatorios para detectar si estaban embarazadas, algo que contraviene la propia legislación colombiana. Incluso, una mujer informó que su casa fue inspeccionada como condición para ser contratada, “lo que constituye una clara violación de la privacidad”, afirma UNI Global Union.
Hay otro aspecto en el que también incide la investigación: el desinterés de la empresa por la seguridad de sus empleados y, sobre todo, de sus empleadas. Así lo recoge en el informe: “Las mujeres también informaron de situaciones aterradoras en las que fueron blanco de chóferes sin escrúpulos que las amenazaron si no pagaban altas tarifas para regresar a casa del trabajo después de turnos que terminaban tarde en la noche porque no había transporte público fiable a su disposición”.
“En otros países”, prosigue el informe, “Teleperformance proporciona transporte a los trabajadores y trabajadoras que pueden encontrarse en peligro mientras se desplazan después de los turnos de noche”.
Ante estos abusos, los trabajadores apenas pueden hacer nada. Las represalias y los despedidos están a la orden del día. “Colombia es un país propenso a la violencia contra los sindicatos y uno de los entornos más hostiles de la región para la organización sindical”, afirma el informe. “Los investigadores de UNI Global Union concluyeron que los directivos de TP cultivan una atmósfera de miedo e intimidación para evitar que los trabajadores y trabajadoras formen un sindicato”.
Está ampliamente acreditado que algunas multinacionales como Vodafone y Movistar externalizan su servicio de atención al cliente en español a Colombia, donde Teleperformance gestiona dichos servicios. Por eso, UNI Global Union pide a estas empresas que “mejoren sus prácticas de contratación para garantizar los derechos de los trabajadores subcontratados”.
La deslocalización de servicios no es algo nuevo. En realidad comenzó a darse en el siglo XXI. Entre 2000 y 2010 fueron varias las grandes empresas que deslocalizaron sus servicios de atención telefónica para ahorrar costes. El fenómeno fue generalizado, tanto que en 2012 el Gobierno entonces presidido por Mariano Rajoy pidió a las empresas españolas que repatriaran sus call center. La crisis económica era tan profunda en España, que el Gobierno se aferraba a cualquier solución por desesperada que fuera para crear empleo. Incluso Telefónica se comprometió un año después a hacerlo, pero siete años después todo sigue igual.