Cómo gestionar las emociones y el estrés en el call center
Trabajar en un call center puede ser una tarea muy exigente, tanto a nivel físico como mental. Los agentes tienen que lidiar con clientes de todo tipo, algunos de ellos enfadados, impacientes o groseros. Además, tienen que cumplir con unos objetivos y unas medidas que a veces pueden ser demasiado estrictas o poco realistas. Todo esto puede generar un alto nivel de estrés y afectar a las emociones de los agentes, lo que puede repercutir en su salud, su rendimiento y su satisfacción laboral. Por eso, es importante que los agentes aprendan a gestionar sus emociones y su estrés de forma adecuada, para poder ofrecer un servicio de calidad y mantener su bienestar. En este artículo, te damos algunos consejos para lograrlo.
¿Qué son las emociones y el estrés y cómo nos afectan?
Las emociones son reacciones psicológicas y fisiológicas que experimentamos ante determinadas situaciones, personas o estímulos. Las emociones pueden ser positivas o negativas, y tienen una función adaptativa, ya que nos ayudan a responder a las demandas del entorno. Sin embargo, cuando las emociones son muy intensas, frecuentes o duraderas, pueden interferir con nuestro equilibrio y nuestra salud.
El estrés es una respuesta del organismo ante una situación que percibimos como amenazante, desafiante o que supera nuestros recursos. El estrés implica una activación fisiológica y psicológica que nos prepara para afrontar la situación. El estrés puede ser positivo, cuando nos motiva y nos ayuda a rendir mejor, o negativo, cuando nos sobrepasa y nos bloquea.
Tanto las emociones como el estrés pueden afectar a nuestro estado de ánimo, nuestra conducta, nuestra salud y nuestra productividad. Algunos de los efectos negativos que pueden provocar son los siguientes:
Ansiedad, depresión, irritabilidad, frustración, baja autoestima, etc.
Problemas de concentración, memoria, toma de decisiones, creatividad, etc.
Falta de motivación, compromiso, satisfacción, etc.
Aumento de los errores, los conflictos, el absentismo, la rotación, etc.
Alteraciones del sueño, la alimentación, el descanso, etc.
Dolores de cabeza, musculares, digestivos, etc.