La Organización de las Naciones Unidas presenta su primera guía sobre el uso de la citada tecnología en el ámbito de la educación con especial foco en la privacidad de datos y límites para los menores de 13 años.
Insta así a las agencias gubernamentales a tomar cartas en el asunto poniendo especial interés en la protección y la privacidad de los datos, así como en posibles límites para el acceso de los menores de 13 años a este tipo de herramientas.
Lanzado por OpenAI, respaldado por Microsoft tiempo después, el chatbot de IA generativa ChatGPT se convertía en la aplicación de más rápido crecimiento en el mundo hasta la fecha. Le siguieron un sinfín de aplicaciones rivales con la intención de destronarle, entre ellas Bard de Google o ERNIE de Baidu. Fue su popularidad disparada y la adopción irrefrenable por parte de los usuarios las que pusieron sobre la mesa una necesidad imperante de regulación. Nadie ha escapado a los encantos de una de las tecnologías más bien avenidas de los últimos tiempos. En las aulas, por ejemplo, los estudiantes ya han sucumbido a sus capacidades dado que puede generar casi cualquier cosa, desde ensayos hasta cálculos matemáticos con tan solo unas pocas indicaciones.
En palabras de Stefania Giannini, subdirectora general de Educación, en declaraciones para Reuters: “Estamos luchando por alinear la velocidad de transformación del sistema educativo con la velocidad del cambio en el progreso tecnológico y el avance de estos modelos de aprendizaje automático (…) Los gobiernos y las escuelas están adoptando una tecnología radicalmente desconocida que ni siquiera los principales tecnólogos pretenden comprender”.
La UNESCO, informe mediante, ha detallado en un total de 64 páginas su apuesta por desarrollar planes de estudios de IA aprobados por el gobierno para la educación escolar, la educación superior y la formación técnica y vocacional. “Los proveedores de GenAI deben ser responsables de garantizar la adhesión a valores fundamentales y propósitos legales, respetar la propiedad intelectual y defender las prácticas éticas, al mismo tiempo que previenen la difusión de desinformación y discursos de odio”, dijo la UNESCO.
También reclama límites a la IA generativa, dado que podría privar a los estudiantes de oportunidades para desarrollar habilidades cognitivas y sociales a través de observaciones del mundo real, prácticas empíricas como experimentos, discusiones con otros humanos y razonamiento lógico independiente. La agencia con sede en París también buscó proteger los derechos de profesores e investigadores y el valor de sus prácticas al emplear esta tecnología.